sábado, 1 de abril de 2017

Miradas

The Flowering Orchard (Vincent Van Gogh, 1888)

Aún recuerdo las tardes que pasábamos en la chacra. Lo que más nos gustaba era jugar bajo el nogal. Si encontrábamos una nuez abierta, formábamos un semicírculo y cada uno esperaba su turno para espiar por la ranura. Juan veía carabelas igualitas a la de la botella, esa que papá exhibía en el estante. Carmela, en cambio, insistía en dejar la nuez donde estaba; no quería que las tortugas que dormían abrazadas fueran a despertarse. Luciana, por su parte, se internaba en una cueva y su voz alcanzaba las estalactitas. Pero yo no veía nada. Ni bien atisbaba en la nuez, los mundos ajenos se diluían y los míos seguían latentes y vedados. Nunca lo supieron. 

©Mariángeles Abelli Bonardi

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